martes, 25 de junio de 2013

Sobre la libertad de la fe, defender la esperanza

Nunca, ni aún de niña creí en nada que no fuera el corazón humano, 
siempre mi fe fue febril y por tanto, ciega.
Tal vez ahora soy un poco más consciente de lo que implica el creer, verdaderamente,
y hoy agradezco la claridad con que veo la vida, la humanidad, el futuro.
La pureza con que amo la he mantenido intacta,
mi libertad, mi fe, mi lealtad, mi esperanza, se la debo aún a aquello por que vivo,
por algo el amor permanece íntegro,
por algo el amor es aquello que prevalece, 
aún cuando todo se trasforma.

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Dice un pajarito...

se ägradece cön el tambor deL corazón, con puro amör : .