Despertar los domingos cuando ya está puesto el sol, y escuchar la algarabía acostumbrada fuera de mi cuarto por mis hermanos, me hace recordar cuando era más pequeña y todo el mundo se me hacía tan increíblemente grande...
Creo que los domingos siguen siendo un pedacito de esa infancia. Cómo me siento ahora en el limbo. No estoy allá, pero tampoco siento que estoy donde todomundo dice que debería...
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Dice un pajarito...