sábado, 20 de febrero de 2010

La luz que cayó de tí...

Por donde nació el río, monté la tarde. Busco: encuentro. Cerrada la calle, la avenida huele a muerto. No quiero faros temporeros que no lloren su luz a las 3 de la mañana. Tirada en el humo que sale de pulmones lastimados, vuelvo. Puedo ver la luz que cayó de ti en el parque. No puedo hacerme enemiga de Dios y el cielo mismo, que regó tus semillas. Denuncio tonta y necia la patética usura de tu estar foráneo: me desarmas. Me tienes fragmento en el carnaval de los muertos en penumbra. ¿Y qué si viene el sol a repartir la tarde? Queda para mí el disparo fúnebre del recuerdo de tu calle. Corro. No en pies ni manos (te tengo). No el ombligo que busque para dentro de sí. El umbral adentro. Todo está roto y el nuberú se trae las lluvias que no paran de rayar la acuarela frente al vidrio. Dentro de poco, la luz se me irá escurriendo entre las piernas, el  cabello y la mirada, y no podrán ya atrapar cachitos mis pestañas.

                                                .Fer. 

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Dice un pajarito...

se ägradece cön el tambor deL corazón, con puro amör : .